martes, 22 de febrero de 2011

LOS TRES “CEREBROS”




Este artículo se lo quiero agradecer a una amiga mia, que tiene la increíble capacidad de hablar de temas para mi muy científicos y técnicos de una manera muy fácil de entender y entretenida…. Gracias por enseñarme tantas cosas! ;-)

A veces, saber el funcionamiento de algo, nos ayuda a entender muchas cosas, nos ayuda a desmontar ideas que nos “montamos” en la cabeza, nos ayuda a poner en orden muchas cosas.

Hoy vamos a ver un poco la evolución de nuestro cerebro. O debería decir: “nuestros cerebros”, puesto que veremos cómo conviven en nosotros tres cerebros diferentes, cada uno con una misión, cada uno aparecido en un momento de la evolución diferente.
“Cada uno de estos tres cerebros” es importante, no hay uno que sea malo y me complique la existencia, sino que todos tienen su función. Lo que debemos aprender es a gestionarlos bien, para que cada uno cumpla su papel, sin extralimitarse en sus funciones.

Según las teorías evolucionistas, el cerebro humano esta constituido por tres capas, que se han desarrollado a lo largo de los años con la evolución del hombre.

La capa más antigua, la más primitiva, está en el centro del cerebro, el llamado CEREBRO REPTILIANO. Se remonta a más de doscientos millones de años de evolución, y nos guste o no nos guste reconocerlo, aún dirige parte de nuestros mecanismos. Se encarga de los instintos básicos de la supervivencia:
- el deseo sexual,
- la búsqueda de comida y
- las respuestas agresivas conductuales, no emocionales, tipo "pelea-o-huye"-Si soy una rana o un camaleón y un objeto pequeño vuela a mi alcance, le lanzo la lengua y me lo trago automáticamente. Si el objeto era un cebo, me lo tragaré una y otra vez. No tengo modo de aprender y de corregir mi instinto.
Está continuamente en alerta, y es el que nos permite reaccionar rápidamente ante algo que puede resultar una amenaza (un coche que se acerca y nos va a pillar) o que él detecta como una amenaza (un jefe que no nos cae bien)

Después se desarrolló una segunda capa sobre la primera, el CEREBRO MEDIO- CORTEX, que se encarga de la conservación de la especie y del individuo. Aquí se encuentran los centros de la afectividad y es el que nos permite sentir y experimentar las emociones (tanto las positivas: alegría, gozar de la naturaleza, etc., como las negativas: temor, ansiedad, etc.). En este cerebro está también la memoria, que nos permite acumular información de las experiencias.
Si soy un perro, tengo miedo porque corro o estoy contento porque salto.
Si soy un animal, recuerdo que cuando me he tragado un objeto de las mismas características que el actual, me ha causado dolor de estomago o un malestar, inhibiré el instinto de atraparlo con la finalidad de evitar el dolor. Este cerebro proporciona siempre la respuesta emocional, que genera un determinado nivel de palpitaciones, agitación en la respiración, expresión, sudoración, conductividad eléctrica de la piel, etc. y, el hecho más importante, conserva la memoria de las vivencias indexadas por las emociones que las han acompañado.


Pero, en el mundo más complejo de los mamíferos más avanzados, especialmente cuando llegamos a los primates, las emociones tampoco son suficientes para adaptarse como es debido y sobrevivir. No siempre la emoción generada servirá para clasificar correctamente las vivencias futuras. Que una determinada circunstancia te recuerde un malestar pasado no quiere decir, necesariamente, que lo tengas que rechazar. Sería preciso analizar mejor las posibles eventualidades, sería necesario poder imaginar y planificar por adelantado las posibles consecuencias de actuar de una determinada manera. Es la evolución DEL NEOCÓRTEX, LA CORTEZA externa del cerebro, con 2 hemisferios, la tercera capa , el cerebro filogenéticamente más moderno, el cerebro analítico que recoge los estímulos iniciales, las respuestas instintivas, las respuestas emocionales, los recuerdos asociados y genera razonamientos para ayudar a escoger la mejor acción, en este se da el pensamiento racional
Las 3 capas están conectadas : tres mentes al servicio de una función común: el incremento de la calidad de vida.


Veamos con un ejemplo como funcionan los 3 cerebros:
En determinados momentos, cuando percibimos que algo nos amenaza, se disparan nuestras alertas, nuestros cerebros prehistóricos toman el poder e impiden que el cerebro racional sopese la situación, vea si de verdad es una amenaza o no y tome decisiones sobre qué hacer.

Si la amenaza percibida es un coche que viene a gran velocidad hacia nosotros, está muy bien que no sea necesario pararse a reflexionar si es una amenaza real o no, si es más sensato que corramos o que nos quedemos parados, si es mejor correr hacia la derecha o hacia la izquierda. No, en esos momentos, nuestros cerebros más antiguos nos salvan.

Sin embargo, si la amenaza percibida es una persona que nos ha mirado mal y que parece que no le caemos bien... entonces saltan nuestras alarmas y nos ponemos a la defensiva o atacamos... En esos casos, es sumamente necesario aprender a gestionar esas emociones, aprender a dejar que el NeoCortex tome de nuevo el mando sobre los otros. Y que sopese si de verdad esa persona tiene malas intenciones y qué es lo más sensato y adecuado para mi. Porque quizás ese miedo que yo siento hacia mi jefe no sólo no me está ayudando a dar lo mejor de mi, sino que me está perjudicando. Ayudar al Neocortex a retomar el poder en esas circunstancias, me ayudará a relajarme, tranquilizarme y poder decir o hacer cosas que me beneficien, demostrar todo lo que soy capaz.


Al comienzo comenzaba diciendo que a veces, saber el funcionamiento de algo, nos ayuda a entender muchas cosas y ponerlas en orden. Entender que en nosotros tenemos tres cerebros, que cada uno de ellos cumple una misión importantísima, que en ciertas ocasiones, ante una amenaza vamos a reaccionar de una determinada manera... y que podemos aprender a controlarla si es una manera que no nos beneficia... Entender todo esto nos ayuda a no tratarnos mal cuando nuestro cerebro nos ha gastado una "mala pasada" (quedarnos paralizados al hablar en público, por ejemplo). A no ser que seamos unos grandes oradores acostumbrados a hablar continuamente en público, la reacción de “miedo” o paralizarnos ante una situación así, es lo más normal. Nuestro cerebro reptil detecta una enorme amenaza al sentirnos observados y ser el centro de atención y se pone en tensión. Eso significa que tenemos un cerebro reptil que funciona muy bien, felicitémonos por ello... y después, vamos a “ayudarle”, o “engañarle”, con el Neocortex, para que se de cuenta de que la amenaza no es tal, hay que tranquilizarle (con determinados truquitos de los que otro día os hablaré) y retomar el poder y empezar a hablar, desde el neocortex, tomando las decisiones desde la razón.

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