martes, 26 de julio de 2011

DESTRUIR AL AMOR...




En una ocasión, el Señor de las Tinieblas convocó en su tenebroso palacio a los más encarnizados enemigos del hombre y se dirigió a ellos de la siguiente manera:

-Llevo miles de años intentando destruir al hombre, acabar con su existencia, para ello he creado todo tipo de conflictos y guerras, pero cuando parecía que al final lograba lo que tanto anhelo, aparecía Él y evitaba que el ser humano desapareciera de este planeta. A veces aparecía disfrazado de sonrisa, otras de una mano amiga e incluso a veces de una simple palabra de consuelo y, sin embargo, a mí nunca me engañó, porque siempre supe que tras los mil disfraces se ocultaba mi más temible enemigo, EL AMOR. Entregaré la mitad de mi reino a aquel de vosotros que me traiga el cadáver del AMOR entre sus brazos.
Murmullos y aullidos se escucharon en aquel salón oscuro. De repente, uno de aquellos siniestros personajes se abrió paso a golpes entre la multitud, se postró ante el Señor de las Tinieblas y gritó:

-       Gran señor, yo soy quien te traerá el cadáver del AMOR entre mis brazos, yo soy su enemigo natural, porque yo soy el ODIO.

Al oir aquellas palabras, el Señor de las Tinieblas respondió entusiasmado:

-       Ve amigo mío, y haz mi sueño realidad y gozarás de la mitad de todo mi reino.

En una esquina de aquel salón, oculto tras una columna, un personaje vestido de negro y con un gran sombrero que le tapaba el rostro esbozó una extraordinaria sonrisa.

El ODIO partió ante la envidia de muchos. Los años pasaron y el ODIO regresó cabizbajo y ante el Señor de las Tinieblas manifestó su incomprensible derrota:

-       No lo entiendo, gran señor, he creado desavenencias, malentendidos y todo tipo de agravios y cuando parecía que mi triunfo estaba cercano, aparecía Él, y al final todo lo suavizaba, todo lo arreglaba.

Tras el ODIO fueron la PEREZA, la RUTINA, la DESESPERANZA y muchos de los peores enemigos del hombre y, sin embargo, todos ellos al final fracasaron. El Señor de las Tinieblas al ver que ninguno de aquellos seres era capaz de lograr lo que él tanto anhelaba, cayó en una depresión profunda, hasta que súbitamente se abrió paso entre la multitud aquel silencioso personaje que vestía de negro y que tenía un sombrero que le tapaba el rostro. Con gesto altivo se dirigió al Señor de las Tinieblas:

-       Yo soy quien te traerá el cadáver del AMOR entre mis brazos.

El Señor de las Tinieblas lo miró con desprecio y se dirigió a él con desagrado:

-       Todos antes que tú han fracasado y tú, a quien ni siquiera conozco, pretendes triunfar. No me importunes, todo está perdido.

Aquel extraño personaje partió, pasaron años y de repente se presentó ante el Señor de las Tinieblas con el cadáver del AMOR entre sus brazos. El Señor de las Tinieblas pegó un salto y se incorporó incrédulo ante lo que contemplaban sus ojos:
-       Lo has logrado, has conseguido lo imposible, tuya es la mitad de mi reino, pero, amigo mío, por favor, antes de partir dime quién eres.

Aquel personaje se quitó solemnemente su gran sombrero, y con un susurro que, sin embargo, hizo temblar a todos los presentes, dijo:

-       Yo soy el MIEDO.

Cuando el MIEDO nos domina, nuestro corazón se desboca, nuestro cuerpo se tensa y nuestro cerebro no funciona. En ese momento sentimos que nuestra vida peligra y atacamos, nos aislamos o huimos. Ninguna de estas reacciones permite que tratemos a los demás como si los quisiéramos, porque nadie quiere a alguien a quien teme y nadie teme a alguien a quien quiere. Cuando uno se aleja de los demás, también se aleja de sí mismo y por eso uno en lugar de aprender a quererse, aprende a temerse.

Comprender la naturaleza de nuestro miedo nos abre la puerta a poder experimentar la naturaleza del verdadero amor, aquel que, por no ser razonable, alcanza lo que no parece posible. Está en cada uno de nosotros el decidir que quien va a triunfar en nuestra vida es el AMOR y no el MIEDO.

Fragmento sacado del libro “Vivir es un asunto urgente” de Mario Alonso Puig

viernes, 15 de julio de 2011

ERASÉ UNA VEZ...





Cada dia que pasa me enamora más la filosofía del coaching, su "manera de plantearse la vida"... de enfocar las opciones...de "enceder nuestra bombilla" cuando es necesario...de abrir conciencias hacia otra forma de plantearse las cosas...y sobre todo LA LIBERTAD QUE TRANSMITE... si el coaching fuera una persona, estoy segura de que sería un@ de mis grandes amig@s... definitivamente...


Aquí os dejo una breve historia que refleja a la perfección qué es el coaching.


Milton Erickson explica que un día llegó a su casa un caballo perdido. El animal no llevaba ninguna marca que lo identificase pero, de todas formas, Erickson decidió devolvérselo a su amo.
Para hacerlo, lo montó y lo condujo hasta el camino que pasaba cerca de su casa. Allí, dejó que el propio caballo decidiera hacia dónde quería ir. Él sólo intervenía si el caballo se desviaba del camino para comer o para pasear al azar entre los prados que rodeaban el camino. Finalmente, llegaron a una granja situada a unos cuantos kilómetros de la suya y allí el caballo se detuvo. Al ver su caballo, el amo de la casa preguntó:“¿Cómo has sabido que este caballo era nuestro? y Erickson respondió: “Yo no lo sabía… el caballo sí. Yo sólo he tenido que mantenerlo en el camino.”