Los seres humanos construímos una
identidad, una personalidad, una descripción de nosotros mismos y nos aferramos
a ella, no queremos soltarla, y cuando la vida nos dice que si queremos
mantener nuestra libertad real hemos de soltar esa identidad, cambiar,
transformarnos, no lo hacemos.
Hay una razón profunda para no soltar
la identidad, la personalidad. Cada uno se ha identificado completamente con
una imagen, si esa imagen desaparece, entonces la sensación que tenemos es que
nos morimos, que desaparecemos.
Es algo así como un gusano que se
resiste a verse convertido en mariposa. Yo me imagino que en el momento en el
que el gusano entra en ese espacio oscuro e informe que es el capullo, para
dejar que las enzimas le liberen de su identidad de gusano, sólo la confianza
en que la naturaleza tiene una inteligencia superior puede hacer que se
mantenga dentro del capullo y comience su fase de crisálida. Cuando se abre el
capullo, el ser que sale de ahí ya no es un gusano, sino una mariposa. Ha
habido no ya un cambio, sino una verdadera transformación. Desde la identidad
de gusano, aunque él no lo supiera, volar era una posibilidad. Sin embargo,
sólo su transformación en mariposa ha hecho que esa posibilidad se despliegue
en una extraordinaria realidad. Lo mismo ocurre con una bellota, la cual encierra
en su interior la posibilidad de una encina. Sin embargo, hasta que no
desaparezca la bellota, no podrá aparecer la encina.
De la misma manera, una serie de
cosas que serían posibles para nosotros, si actualizáramos nuestro potencial,
no lo son porque no entran dentro de lo que es sensato y razonable desde la
perspectiva de nuestra identidad. Cada uno tiene una perspectiva única desde la
que contempla todo y no se puede alcanzar otra perspectiva hasta que no se esté
dispuesto a trascender la propia identidad, a descubir que no somos seres
rígidos con un papel fijo y determinado en la vida, sino que somos criaturas
capaces de expresar una creatividad asombrosa. En esto consiste el hecho de
descubrir nuestra propia magia.
En la vida, cuando algo nos importa
de verdad y sentimos el miedo al vacío, hemos de confiar en que, cuando demos
un paso adelante, a pesar de nuestro miedo, comenzarán a desplegarse nuestras
alas.
(extraído del
libro “Reinventarse” de Mario Alonso Puig)
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